Excerpt
Lo que mas recuerdo de cuando escuche el diagnostico de cncer es la sensacin surreal que me embargo. Cuando finalmente o al doctor decir cncer, mi mente se cerr inmediatamente. Ahora se que esto es algo que le pasa a la mayora cuando le diagnostican. Entonces es cuando resulta fundamental otro par de odos. No importa lo que yo le oyera decir al doctor, casi siempre era lo contrario de lo que Jerry oy al doctor decir realmente. Era casi como una experiencia extracorporal. Era sobrecogedor. Era como si estuviera viendo desde arriba la escena de una obra teatral.
Mientras me preparaba para la masectomia, pensamientos aleatorios me venan a la mente: Si me remueven el pecho, Qu voy a poner en mi sujetador cuando salga del hospital? Cmo ser la cicatriz? Ser la misma persona de antes? Tantas preguntas y tan pocas respuestas. En esa poca muy pocos doctores reconocan la importancia de los efectos psicolgicos del cncer de mama.
La conexin entre en cuerpo y la mente estaba comenzando a surgir al igual que los libros escritos por los doctores Bernie Siegel y Carl Simonton. Fueron de los primeros en reconocer que realmente no se puede separar la mente del cuerpo. El poder leer y aprender en estos libros que SI hay vida despus del cncer, fue una tremenda bendicin.
Me convert en una esponja humana, absorbiendo cada pieza de informacin que caa en mis manos. En 1986 no haba superautopistas de la informacin. No conoca a nadie que hubiera tenido cncer de mama. El cncer era en aquella poca todava la C mayscula innombrable. Ahora se que la C quiere decir coraje, compasin y conquista. Nos convertimos en guerreras del Amazonas. Estamos preparadas para defender nuestro territorio de un enemigo sin rostro.
Era el 22 de mayo de 1986, la semana del da de la madre. Irnicamente, esa semana haba decidido empezar a tocar el bajo otra vez y estaba ilusionada por empezar a trabaja con una recin constituida big band. Que poco sabia que nunca volvera a tocar bajo profesionalmente!. Fue el cncer de mama el que me obligo a dejar de tocar. No era la misma persona de antes. Mis prioridades cambiaron instantneamente. Le dije adis a esos sueos al mismo tiempo que me despeda de mi pecho.
La ciruga fue muy bien pero mis glbulos descendieron de manera dramtica. Necesite una transfusin de sangre y me pusieron tres unidades. Era aproximadamente la fecha en que los hospitales empezaban a analizar la sangre para asegurarse de que era buena. El Sida asomaba por el horizonte. Creo que la trasfusin de sangre asusto a mi familia ms que el cncer. Cmo saban que la sangre era segura? Quin la haba examinado?
Cuando la ultima gota de sangre estaba entrando en mi cuerpo, una enfermera joven entr y me dijo: Oh vaya, sangre. Ninguno de los que trabajamos aqu se hara una transfusin de sangre. Sent que el vello de la nuca se me pona de punta y la pregunte rpidamente cual era el problema, Tenan miedo al Sida? Me dijo: No solamente el Sida, son la hepatitis y todas esas cosas pequeas las que nos molestan ms. Estaba demasiado asustada para decir nada y sent un escalofri de miedo que recorra mi magullado cuerpo. A que ms iba a tener que enfrentarme en el futuro?
Durante la semana que estuve en el hospital (si, era definitivamente antes de managed care), descubr que haba muy pocas respuestas a mis preguntas. Recuerdo a una voluntaria adorable que intento animarme cuando me visito. Tenia como 75 aos, era una experta en golf y tenia 10 hijos. Tena un cuerpo pequeo con unos pechos minsculos. Me dijo que yo poda ser como ella y pens no creo. Lo encontr deprimente aunque su intencin fuera buena. Yo tena 50 aos, nunca haba tenido hijos, era una ferviente tenista y me acababan de dejar con un enorme pecho que estaba cayndose lentamente hacia mis rodillas. Si alguien me hubiera dicho que poda suicidarme disparndome dos pulgadas por debajo de pecho izquierdo, me hubiera disparado a las rodillas.
La primavera estaba en el aire el da que deje el hospital. Se podan oler las flores abrindose por todos los lugares. Pensamientos y begonias bellsimos adornaban las calles junto con blooming crepe myrtle rboles. Jerry haba ido a cambiar nuestro coche por un Chrysler New Yorker color rojo cereza solamente para que mi vuelta a casa fuera especial. Me sent en el asiento del pasajero agarrando mi bolso a la altura de mi pecho, sintiendo que todo el mundo estaba mirando que me faltaba un pecho. Estaba ansiosa por meterme en casa.
Mi madre y mi hermana se estaban quedando con nosotros para ayudar. Los amigos entraban y sala de la casa. El telfono no dejaba de sonar. Parientes de todas partes salan de cada rincn y cada grieta para congregarse en un apretado circulo familiar. Me acuerdo de mi difunto to Archie llamndome para preguntarme si quera que me contase una historia igual que lo hacia cuando era una nia y tenia miedo porque mi padre se estaba muriendo de una enfermedad del corazn.
Inmediatamente despus de esto, llego el gran derrumbe. Jerry se haba ido a trabajar y mi familia haba vuelto al sur de Florida. Estaba sola en la casa por primera vez desde mi ciruga y dije: Oh Dios mi! Tengo cncer y me puedo morir. Despus de soltar las lgrimas que haba estado reprimiendo, empec a pensar sobre mi vida, acerca de lo positivo y lo negativo. Descubr que lo positivo pesaba mucho ms que lo negativo. Era la misma persona de antes. Poda ahorrar mucho dinero en peluquera gracias a la quimio, no tendra que depilarme las cejas ni rasurarme las piernas por un ao. Menuda ventaja!
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